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Idolatría es un concepto religioso para describir al conjunto de cultos que están en oposición a una autoridad religiosa. Se define como: "la adoración de un ídolo como dios".[1][2][3] La entrada en el Diccionario de la lengua española es: Adoración que se da a los ídolos.[4]
En las religiones abrahámicas —judaísmo, cristianismo e islam— la idolatría connota la adoración de algo o alguien que no sea Dios como si lo fuera. En estas religiones monoteístas, la idolatría ha sido considerada como la "adoración de dioses falsos", está prohibida y se describe en los Diez Mandamientos. Otras religiones monoteístas aplican reglas similares.[5] Debido a las ramas de las religiones abrahámicas, la interpretación de lo que se constituye idolatría varía entre ellas, esto ha estado acompañado durante mucho tiempo por la violencia entre los grupos religiosos que prohíben el culto a los ídolos y aquellos que han aceptado íconos, imágenes y estatuas para su veneración.[6][7]
En muchas religiones indias, como el hinduismo, el budismo y el jainismo, los ídolos (murti) se consideran un simbolismo del absoluto pero no son el absoluto,[8] o solo representan ideas espirituales,[8][9] o la encarnación de lo divino.[10] Es un medio para enfocar las propias búsquedas religiosas.[8][11][9]
En las religiones tradicionales del antiguo Egipto, Grecia, Roma, África, Asia, América y otros lugares, la reverencia a una imagen o estatua ha sido una práctica común, y las imágenes de culto han tenido diferentes significados.[1]
Qué imágenes, ideas u objetos constituyen idolatría a menudo es objeto de considerables disputas. La evitación del uso de imágenes por razones religiosas es llamado aniconismo.[12] La destrucción de imágenes religiosas dentro de una sociedad es llamado iconoclasia.[13]
La interpretación del concepto ha sido parte de grandes divisiones entre distintas denominaciones cristianas, en especial entre el protestantismo y el catolicismo. En la historia del cristianismo encontramos diferentes posiciones de las autoridades civiles y religiosas frente al tema de la adoración de imágenes. La expansión del cristianismo en los primeros siglos, se acompañó de imágenes de mártires y santos, a los que se sumaron las imágenes de María después del Concilio de Éfeso.[14]